Friday, August 05, 2005

transeunte

transeunteun cuento algo añejo ya...
Porque sí
Exterior. Luz día. Calle setenta y dos con carrera trece, esquina del costado nororiental. Una cabeza humana explota y salpica algunos. Son las dos de la tarde. Explota otra cabeza. Rodrigo camina por la acera empujando con su mano derecha su carro albirrojo de refrescos y helados y recuerda con rencor la anciana que pagó una bolsita de agua verde y dulce con un billete de muy alta denominación. Otra cabeza explota y esta vez es vista por Rodrigo y es así sacado de sus reflexiones. Se oye un sonido agudísimo casi imperceptible. Las personas que caminan alrededor de Rodrigo se retuercen y tapan sus oídos a dos manos sin importar si sujetaban algo. Al suelo caen, paraguas, ojos, portafolios, fragmentos de cráneos y bolsas plásticas. Las miradas están atentas a la próxima explosión, es un espectáculo que nadie se puede perder, menos al estar a punto de ser interpretado por uno mismo. Los deseos se confunden. Algunos quieren que se detenga definitivamente esa aparición improvisada del Apocalipsis. Otros desean ser la próxima cabeza a explotar con tal de no aguantar más el sonido que parece no existir. Otros un poco más distanciados de la situación se abalanzan sobre las mujeres que tienen cerca para robarles algo de placer sexual, para morir en medio de un coito público. Otros relevan a un hombro la función de cubrir la oreja para, con una mano libre, saquear el contenido del carrito que Rodrigo impulsaba antes de acurrucarse en el piso y llevar sus manos a la cabeza. Al parecer, cualquier cosa prohibida sacia la patética sed colectiva de rebeldía que invade a los transeúntes. Otra cabeza explota y no es vista por nadie por ser la de un hombre dentro de un automóvil. Abolla el techo del auto y es conducido por un cuerpo sin cabeza hacia una vitrina de cristal del almacén Panamericana, haciendo volar sus artículos y sus clientes que suponen ir a la fija. La cabeza de Rodrigo explota y con ella se desvanecen sus fantasías caóticas y depresivas causadas por la arremetida de sangre en su cabeza causada por el episodio de la anciana. El tono rojizo de la cara y las orejas de Rodrigo se desvanece, pero como el sofoco rabioso no se le va, decide tomarse un fresco de su carro, que pagará con el excedente que le robó a la anciana. Papá Cremhelado nunca lo notará y la vieja nunca revisará los trueques. Es su abuela.

3 Comments:

At 10:48 AM, Blogger Juanita said...

Lo reescribiste?
Es una versión un tanto diferente a la que llegó a mis manos ... voy a buscar la impresión y luegote cuento.

Me gustó!!!

 
At 2:59 PM, Blogger Juanita said...

Potreste essere il mio qualcuno ...

Vous pourriez être mon quelquiun ...

 
At 9:45 AM, Blogger HENRY LOPEZ said...

Hola, transeunte, yo fuí asistente de dirección del director Jairo Pinilla, ahora estoy realizando mis propias producciones, quiero hacerle llegar informacion y material, par que la publique en este interesante Blog, quiero saber a que Email le remito la información.
mi Email es moviscopio@yahoo.com, gracias por su atención

 

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